Friday, August 12, 2011

EQUIPO DE FÚTBOL FEMENINO ADE: 1-0

 
 Les contamos que el equipo de fútbol femenino tuvo su primera victoria esta semana contra el equipo de “Los Cartagos”.  ¡Nuestro equipo llevaba su uniforme del Colegio ADE y nos emocionó jugar por la camiseta! 

Contábamos con seis estudiantes del colegio para formar el equipo, sin embargo, al último minuto buscamos más jugadores substitutos.  La mamá de un estudiante, antes vecina de San José y muy buena jugadora, fue invitada a formar parte del equipo.  Yo,  Chelsea, profesora y madre también fui invitada, aunque “por desesperación”.  El límite de edad para los jugadores era 12 a 99 años. Así que jugué; aclaro que estoy bien abajo de los 99.

La barra del colegio y la comunidad gritaba y aplaudía fuerte desde la gradería cuando nuestras chicas anotaron 4 goles. Las personas compraban hamburguesas y disfrutaban viendo el partido.  Saludaban a sus primos, vecinos, amigos de la familia. Me recordó a los juegos espontáneos del fútbol con la familia durante el día de Acción de Gracias en Estados Unidos.

Pertenecí a una familia futbolera en los Estados Unidos.  Recuerdo las grandes distancias para jugar, las prácticas, los dos partidos a la semana, las estrategias, la intensidad, la competitividad, el Gatorade. Aquí, en el área rural, los juegos me producen una sensación un tanto diferente. Tal vez porque la recreación es muy poca y no hay otras actividades, este tiempo compartido es especial y de una diversión increíble. Al principio nadie estaba gritando desde la gradería, sólo yo. Por un momento dejé de gritar  y pude darme cuenta que la tribuna estaba bastante tranquila.  Para la mayoría es muy claro que es sólo un juego.  Los niños en la comunidad no se preocupan tanto por ganar, es suficiente pasar un buen tiempo con los demás.  

En el colegio, cuando jugamos fútbol, nos reímos más de lo que nos frustramos.  Nuestro equipo de ADE tienen la reputación de ser divertido.  Todos de alguna manera somos “notables”, por ejemplo yo tengo la reputación de salir siempre golpeada por la pelota. S siempre patea a la gente. D se reconoce porque siempre da el 150% y se cae al menos cinco veces en cada juego.  Nuestros partidos de fútbol después de la escuela, se parecen más a un juego de pinball con el balón golpeando al azar el techo y las paredes del pequeño gimnasio.  Acorde al modelo de ADE de utilizar los recursos existentes, estamos muy agradecidos a la comunidad que nos ha ofrecido el uso del gimnasio.  Realmente nos divertimos mucho y los estudiantes siempre quieren jugar más y más.

Al partido llegamos en nuestra buseta repleta con la familia de las chicas. Un silbido del árbitro y empezó el partido. Las chicas no querían salir todas a jugar, para que todas tuvieran  la oportunidad de hacerlo, pero cada vez que se le pidió alguna jugar, lo hizo con alegría. Yo por mi parte, jugué 15 minutos y entre respiración y ahogamiento, tuve que rogar a mi marido que me llevara afuera para tomar de nuevo aire. Terminamos el juego 4-1.
   
La mayoría de nuestros estudiantes juegan después de las clases, de esa manera, nuestras chicas han tenido la oportunidad de practicar mucho jugando contra chicos más grandes. La mayoría de nuestros queridos alumnos, acostumbrados a la vida rural, no tienen miedo al esfuerzo físico—han crecido ayudando con las tareas en casa y en la finca desde una edad muy temprana. Por ejemplo, observando a Gabi, una puede darse cuenta que sus brazos poseen fuertes músculos.  Yo tengo algunos músculos en mis brazos, pero son por usar pesas en el gimnasio. Gabi, en cambio, los tiene de ayudar a su padre en el cultivo de fresas, caminando por terrenos montañosos y trabajando duro en la casa. Voy a tener que probar su método, porque no hay un gimnasio de entrenamiento aquí :)

Antes que la secundaria abriera sus puertas, la mayoría de nuestros alumnos no iban a la escuela, trabajaban en el campo.  Las actividades deportivas y artísticas no han sido tan accesibles para los chicos de esta zona rural.  Nunca ha habido una liga en la zona, solo para los más adultos (eso no puede ser posible en Latinoamérica).  ADE espera concientizar a las comunidades vecinas, para que ofrezcan más opciones y actividades extracurriculares a sus jóvenes. ¡Qué contraste con mi país, en dónde simplemente no hay suficiente tiempo para hacer todas las actividades después de clases!  

Esperamos empezar un grupo de jóvenes y tener actividades para que puedan recrearse como tales, disfrutando de actividades sanas. Si usted desea ayudar a entrenar una liga (aunque sea un día por semana) o hacer un campo de deportes o sabe de alguien que le encantaría participar con nosotros, y ama a los jóvenes de la comunidad, por favor ¡llaménos!

Debido a la oportunidad de formar equipos y competir, estamos haciendo más ejercicio, tal vez así, nuestro juego de práctica comenzará a parecerse menos a pinball... pero en realidad eso no importa. 

Cuando se abrió la escuela secundaria hace 2 años, jugamos raquetas afuera, junto al río, donde la escuela secundaria estaba ubicada. Recuerdo como las chicas permitían a los niños a jugar y ni siquiera pensaban en jugar ellas, ahora las veo correr tras la bola con todo lo que tienen y disfrutan de hacerlo, a pesar de los accidentes, con raspones y sangre. Nuestras  jugadoras son muy femeninas, pero aceptan sus cicatrices con orgullo.  Recuerdo que le pregunté a una chica por qué no estaba jugando con nosotros después de la escuela, ella respondió que su mamá se lo prohibió, para evitar que las piernas se le llenaran de moretones, pues tenía que usar vestido en un evento especial que tenía el fin de semana.

El equipo de los chicos fue vencido, por no decir destruido, pero jugaron valientemente contra un equipo demasiado bueno y casi profesional.   Era notable el contraste—uniformes oficiales por un lado, contra nuestro equipo, con pantalones cortos, jeans, incluso botas.  No fue una sorpresa para mí. He visto a gente jugar en nuestros equipos, sin zapatos, en la lluvia, con todo el corazón.   Le ofrecí mis tenis a un chico que llegó con botas de vaquero. Le quedaron más o menos bien, pero lo que importó es que su cara brilló durante el partido.  Caminé con sus botas de vaquero y mi uniforme de fútbol, pero allí a nadie le importó o por lo menos así lo creo.  

La puntuación se mostraba en dos tablas redondas en la pared, con una aguja que apuntaban a los números del 0 al 11. Nuestro equipo de muchachos: J, Je, S con Tomas y Benjamín, salió al campo de juego, el resultado final: 1 ellos, 2 nosotras. Aunque en realidad la puntuación fue de 11 a 2, nosotros bromeamos pues de hecho ganamos 2-1.

Fue un buen inicio para las chicas que ganaron, pero lo más emocionante fue ver a jóvenes y comunidades unirse alrededor de fútbol.

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