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Francia, enseñando a los estudiantes como se hacen tamales
para recolectar fondos para el viaje a Marino Ballena. |
Mi
nombre es Francia Berón y este ha sido mi primer año como tutora.
Cuando,
al inicio del año, tuve una reunión con sus miembros voluntarios, me llamó la
atención el sistema de estudio, el desarrollo alcanzado por los alumnos que se
han comprometido y beneficiado con el proyecto.
Inicié
a mediados de marzo y lo que encontré en el grupo me ha dejado sorprendida.
Siento
al personal como un bloque compacto que se esmera por sacar todo el máximo
provecho de los alumnos, aquí se trabaja de la mano conjuntamente.
Además
de las clases académicas como matemáticas, idiomas y otras, ellos aprenden a
ser líderes comunales. Es un desarrollo totalmente integral. En este momento
los jóvenes están enfocados en el proyecto de Bandera Azul para su comunidad
apoyados por sus maestros. Trabajan grupalmente: analizando los problemas,
creando un plan concreto de posibles soluciones y aplicando dicho plan. De esta manera están
aprendiendo a amar su entorno, mejorándolo sustancialmente, tanto para sus
familias como para sus vecinos.
Aprenden
a aportar ideas y tienen la oportunidad de ser escuchados y apoyados. No solo
están limitados a memorizar las diferentes materias, sino que, tienen la
oportunidad de ver sus proyectos hechos realidad.
En
ADE encontré a una gran familia que se apoya y lucha por crecer cada día, con
cada situación, por sencilla que parezca. Cada maestro es un guía para cada uno
de sus alumnos con el apoyo de los padres que creen y confían en la Asociación.
Admiro
a cada uno de estos jóvenes que diariamente demuestran sus ganas de salir
adelante. Sus deseos de aprender y sobre todo su manera de agradecer la ayuda
que se les brinda. Es admirable escuchar a los chicos hablando otro idioma,
desenvolverse con soltura y llevando a
cabo sus propios proyectos de vida.
Pienso
que si ADE no hubiese abierto el Colegio en Vara Blanca se hubieran
desperdiciado mentes muy brillantes con ansias de superación.
La
razón que me enamoró perdidamente de ADE es la forma en que inculca los valores
morales y espirituales en cada uno de sus estudiantes. Este punto me ha ayudado
a mí, en lo personal, a crecer como ser humano. Sin imponer doctrinas
religiosas pero abriendo espacios para el diálogo, la buena comprensión, el
debate y los diferentes puntos de vista de cada uno de nosotros. Un ejemplo específico
de este punto es que en estos días se realizó precisamente un debate entre dos
grupos de alumnos acerca de la existencia y definición de La Trinidad: Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Es interesante escuchar a jóvenes exponiendo sus
teorías, basados en La Biblia. Llegamos a la conclusión de que debíamos de
tener una segunda parte.
Me
siento feliz y satisfecha de pertenecer a este equipo de trabajo. Tanto que he
tomado la decisión de traer a mi hijo menor, en cuanto salga de la escuela, a
integrarse como estudiante de ADE.
Estos
meses han sido de gran bendición para mi familia y principalmente para mí. No
solo porque amo mis labores, sino, porque amo a un grupo de personas que cada
día me esperan con los brazos abiertos en la comunidad de Vara Blanca.